lunes, 28 de abril de 2008

DIÁLOGO DEL NIETO CON LA ABUELA

¿SON GALGOS O SON PODENCOS?


- Abuela, ¿te acuerdas del trabajo que tenía que presentar a la “seño”?

- Claro que me acuerdo, contestó la abuela.
Tenías muchas dudas a la hora de elegir y al final, elegiste la matanza..

- Pues me ha dicho la “seño”, dijo su nieto, que el trabajo está muy bien.
Igual de bien que el de Jaime y otros de la clase.

- Pero cuéntame, ¿cómo hiciste el trabajo?

- Más o menos como tú me lo contaste en el cuento.
Me inventé el nombre de un señor llamado Gerardo, que un día en una feria se compró un cerdo pequeño.
Quería alimentarlo para cuando llegara la matanza.
Todos los días salía a recoger hojas verdes del campo y con los salvados y la harina que tenía en casa le hacía unas comidas muy buenas.
Dije que le guardaba en una cuadra llamada cochiquera y que el señor Gerardo estaba muy contento con su cerdo porque cada día veía que iba engordando.
Cuando llegó la época de la matanza, porque era el día de San Martín, invitó a sus vecinos y amigos, llamó al carnicero y con un cuchillo muy bien afilado mató el cerdo.
También escribí lo del banco de madera donde se le chamuscaba y se le dividía por partes: los jamones, la carne picada con la que se hacían los chorizos y las tripas grandes con las que hacían las morcillas.
Más o menos esto fue lo que conté a la “seño”.
Mi madre me dijo que pusiera algo de la fiesta de la matanza y cómo la celebraban los invitado y que en esos día no había escuela.
A la “seño” le gustó mucho y me dijo que se lo leyera a todos los compañeros.
Había muchos trabajos buenos pero, nos dijo que eran los dos mejores de la lista.

- El tuyo y el de...

- El de mi amigo Jaime, que se lo había contado su abuela y era también muy bonito.

- Me alegro mucho, cariño, que te haya dicho que el trabajo está muy bien, porque lo que me has contado se parece todo a lo que yo te conté.
Me alegro también por Jaime, que es un buen amigo tuyo.

- Pero, ¿sabes una cosa?, preguntó el nieto.

- ¿Qué me tienes que contar?
- Que hoy he discutido con Jaime y nos ha castigado la “seño”.
- ¿Qué ha pasado?, preguntó la abuela.

- Nada. Por el trabajo que presentamos.

- Pero ¿qué tiene que ver el trabajo, con la discusión?, insistió la abuela.

- Pues que Jaime me dijo que estaba mejor el suyo.

- Y tú ¿qué le dijiste?

- Que era el mío
Y así estuvimos discutiendo.
Yo que el mío y él que el suyo.
Yo el mío y él el suyo.

- Y ¿cómo terminó la discusión?

- Pues que la “seño” se dio cuenta de lo que estábamos haciendo y nos dejó sin recreo a los dos.
¿Quién te parece abuela que tenía la razón?, preguntó el nieto.

- Yo creo que los dos, porque la “seño” os había dicho que los dos trabajos estaban muy bien.
Pero bueno, eso ya pasó todo, dijo la abuela, queriendo caminar de conversación.

- ¡Claro que ha pasado!, dijo el nieto, pero ninguno de los dos nos hemos dado la razón.

- Pues dile a tu amigo Jaime que los dos tenéis razón, porque como dice el refrán, “nada es todo verdad, ni es todo mentira, todo es del color del cristal con que se mira”.

- Y ¿qué quiere decir eso?, preguntó el nieto.

- Que para ti, contestó la abuela, como es el tuyo, es el mejor y para él, como el suyo, también es el mejor.
Pero tenéis que daros cuenta que la “seño”, que es muy lista, os dijo que eran los dos trabajos mejores de la lista y lo único que sacaréis si seguís discutiendo es que otra vez la “seño”os deje sin recreo.
Y si quieres hacérselo ver de otra manera más clara, cuéntale en forma de historia lo que siempre ha sido una fábula.

Había una vez dos liebres, que estaban comiendo en un verde prado cuando vieron a lo lejos unos perros de caza que se acercaban corriendo hacia ellas.
Una de las liebres dijo a la otra:

- Corramos que vienen los galgos y nos cazarán.

La otra miró hacia los perros y contesto:
- Tranquila, que no son galgos, que son podencos.

- ¡Que no!, que son galgos.

- ¡Fíjate bien!, que son podencos.

- ¡Que no!, que son galgos

- Son podencos.

- Son galgos.
...
Las dos liebres siguieron discutiendo durante un largo rato y cuando quisieron darse cuenta....
- Llegó la “seño”, dijo el nieto, y las dejó sin recreo.

- ¡Muy bien! ¡Que listo eres! y, ¡qué bien has entendido lo que yo te iba a decir cuando terminara de contarlo!

- La lista eres tú abuela que siempre me resuelves los problemas.
Mañana se lo contaré a mi amigo Jaime y se dará cuenta que no merece la pena seguir entre los dos discutiendo.
Porque puede llegar la “seño” y...