martes, 8 de mayo de 2007

CUENTO 1: GUSTAVO "EL JOVEN COMPOSITOR"

PRESENTACIÓN


-Cuéntame un cuento, abuela, que comience por eso.

-Dime, ¿qué quieres decir cuando dices que te cuente un cuento que comience por eso?

-Pues que comience por las mismas palabras por las que tú me cuentas los cuentos.

-Con
había una vez y érase una vez”, comienzo yo los cuentos.

-Con esas palabras quiero decir, cuando te digo, que me cuentes un cuento que comience por eso.

-Yo te contaré un cuento, pero también quiero saber de qué quieres que te cuente el cuento que comience por eso.
-Cuéntamelo de lo que quieras.
A mí me gustan los cuentos.

Si es así, te contaré uno muy bonito que comienza por eso.


Érase una vez, comenzó la abuela el cuento, un joven compositor muy famoso llamado Gustavo.

Su deseo de
paz y tranquilidad, le habían llevado a retirarse, en medio de un bosque, separado del bullicio de le gente.
Mojando su pluma en el tintero, sacaba las notas musicales y, con su trazo de artista, las iba dibujando, en pentagramas, hasta dar forma a su obra.



Durante el día, ensayaba en su piano y, en el silencio de la noche componía pequeñas y grandes partituras.
Para Gustavo, las notas musicales eran como siete reinas magas, nacidas en un bosque encantado, con las que, haciendo juegos, se entretenía.
Subía y bajaba de línea a unas o colocaba seguidas a tres.
Si trabajaba entre dos líneas, dibujaba siempre RE o DO y si era sólo una línea, escogía a MI, SOL y SI.
Junto a las notas, había otros signos que, Gustavo, también escribía.
Eran, según él, otros magos, familiares de las siete reinas magas, que siempre les acompañaban

Bemol, era el más altanero.
Le agradaban los tonos altos y, cuando se juntaba a las notas, las obligaba a dar un salto.

Sostenido, era más bien reservado.

Cuando acompañaba a las notas, bajaba siempre su voz.

Becuadro. Ni retraído, ni altanero.

Era, de los tres primos, el que guardaba el término medio.

Calderón, era un primo lejano que participaba en la función y mantenía fija la nota cuando quería el compositor.

Puntillo, era un poco perezoso y remolón.

Siempre que aparecía daba a todas las notas un poco de animación.

Dos Puntillos, eran los primos gemelos que estaban siempre al final.

Cuando ellos aparecían, había que comenzar.

Con ellos también jugaba Gustavo en el pentagrama.

Subía el tono a SOL o se lo bajaba a RE.
Mantenía el sonido a LA o se lo mandaba repetir a MI.

A diario salía a dar un paseo por el bosque.
En medio del silencio, escuchaba el canto de las aves y el sonido del resto de los animales.
Tomaba apuntes y, en casa, utilizaba las notas musicales para reproducirlo.



Gustavo era feliz con su trabajo.
Una pluma, un tintero y muchos pentagramas hacían la vida alegre al compositor del bosque.

Una noche, en la que el famoso compositor no se quedó a trabajar, todas las notas musicales y sus ayudantes salieron del tintero.


Corretearon por la mesa, se sentaron en el sofá, saltaron por la alfombra y al final jugueteando, salpicaron su
s nombres sobre todo el pentagrama.

A la mañana siguiente, cuando Gustavo se sentó en la mesa, llevó una gran sorpresa.
Los pentagramas, que él había dejado la noche anterior, estaban llenos de notas y signos musicales.

Algún mago, pensó el joven compositor, ha entrado por la noche y ha escrito toda esta partitura.

Corrió al piano, se sentó en el butacón rojo y comenzó a pasar las manos por el teclado, siguiendo los pentagramas.
- ¡Es maravilloso!, dijo en voz alta Gustavo.

Emocionado siguió hasta el final de la partitura y, al terminar, miró a su alrededor.
No había nadie, pero en su interior siguió pensando en un mago o un duende que, por la noche, había entrado en su casa.

Aquella mañana, en su paseo por el bosque, no se paró a escuchar los trinos de las aves, ni los sonidos de los animales.
Buscaba al duende que había escrito aquella obra maravillosa sobre los pentagramas de su mesa.
Miraba detenidamente las copas de los árboles, se fijaba en cada una de sus ramas y de vez en cuando, parado, rebuscaba entre los troncos de olmos o en la corteza de los alcornoques.
Pero no había nadie.
Cuando llegó casa, volvió a ver aquella composición maravillosa.

-Los duendes, pensó Gustavo, trabajan por la noche. Hoy me quedaré vigilando.

Sentado en el sillón de su habitación, miraba a una parte y otra esperando que un ruido le llevara a ver al mago de las notas musicales.
Pero estaba cansado.
Había paseado mucho buscando al duende compositor y pasadas unas horas quedó dormido encima de la mesa.

Las notas que se dieron cuenta volvieron a salir del tintero.
De nuevo corretearon por la mesa salpicando sobre los pentagramas sus dibujos de tinta negra.

Poco antes de amanecer, una de las notas, dijo a sus compañeras que debían retirarse.
Podía despertar Gustavo y darse cuenta de lo que estaban haciendo.
Nadie hizo caso.
Los momentos alegres que estaban pasando no querían que se terminaran.
- ¿Por qué no jugamos al “salto y digo”?, dijo la nota RE.

(Cada nota tenía que decir una frase, mientras saltaba a la cuerda sobre los pentagramas).

- Yo soy la letra de los DOnes y de las DOñas.
- Y yo la nota más REsponsable
- Yo soy la letra más MImosa
- Y yo la letra más FAmiliar
- Pues yo soy la letra del astro SOL.

Poco a poco fueron pasando todas.
Cuando el juego había terminado los DOS PUNTILLOS se colocaron al final del pentagrama y todas volvieron a repetir el juego,
Pero no les dio tiempo.
Gustavo había despertado.
Se puso las gafas y no podía creer lo que veía.

- ¡Mis reinas magas y los magos acompañantes!, dijo lleno de asombro.

Despierto, siguió recostado en el sillón, mientras veía cómo las notas musicales corrían a esconderse en el tintero.

No se ha dado cuenta, comentaron todas, dentro del tintero.

Después de lo que había visto, Gustavo ya no tenía dudas.
El duende compositor no estaba en el bosque.
Eran las siete reinas magas y sus ayudantes las que componían por la noche.

En adelante, decidió hacerse el dormido.

Recostado en el sillón se entretenía viendo cómo sus amigas se divertían alegremente y, por las mañanas, ensayaba las partituras que las notas musicales habían trabajado por la noche.

Las partituras de Gustavo se hicieron famosas y su nombre fue reconocido por todos los músicos de alrededor.
De todas las partes le llegaban encargos.

Un día recibió el premio “a la obra más abundante”.

En medio de aplausos y alabanzas fue felicitado por todos los participantes.
Cuando llegó casa, colocó el diploma que le habían entregado, junto al tintero.
Una nota a su lado decía; “Para mis amigas las siete reinas magas y sus acompañantes”.

Quería que, cuando salieran por la noche, se dieran cuenta que aquel diploma era también su premio.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

como mola este cuento del compositor sigue escibiendo cuentos se te da muy bien.
mi abuela tambien me contaba cuentos de este extilo y me gustaban mucho

Anónimo dijo...

me ha sorprendido por su estilo y contenido Gustavo,será tan buen compositor como en el cuento aparece?
Querido autor: siga usted con su producción de cuentos de la abuela, son geniales...
de esmarcol

Anónimo dijo...

Hola Jose Luis muchas gracias por las pegatinas pero las voy a compartir con toda la clase cuando pueda claro.
A toda la clase le dará muchísima pena que te vayas y a mi también por supuesto ji ji.
´MUCHÍSMAS GRACIAS POR TODAS LAS CLASES GRACIOSDAS Y DIVERTIDAS Y CON LOS TRUCOS DE MAGIA MUY GRACIOSOS´en general de toda la clase MUCHAS GRACIAS.
aDIÓS CON MUCHA PENA.

Anónimo dijo...

Hola Jose Luis quiero que vengas un día a clase.Félix se sigue pasando un poco con los ejercicios, y hasta nos castigó en educacion física solamente por Laura Iglesias nos dejo toda la semana haciendo flexiones.Ana Belén también se a enfadado un poco con nosotros porque algunos no la hacían caso.
Te hechamos de menos.

Anónimo dijo...

Te pongo el comentario en el 1 porque es el que mas me ha gustado.
Están todos muy bien pero este para mi el mejor

Unknown dijo...

Hola Jose Luis.
Es muy devertido leer este cuento de la abuela.
Felices fiestas!

Anónimo dijo...

Me gustaria leer mas, pensando como sera la proxima.

Anónimo dijo...

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