sábado, 15 de septiembre de 2007

CUENTO 5: EL LIBRO QUE PERDIÓ LAS VOCALES

PRESENTACIÓN

-Abuela, ¿cómo se hace un libro?

-Igual que se hace una casa,contestó la abuela.

-No entiendo, dijo el nieto un poco extrañado. En el libro no hay ladrillos ni hay tejas, ni...

-No hay nada de eso, le cortó la abuela.

-Un libro lo escribe un señor, como el arquitecto dibuja la casa.
Después, se lleva a un lugar llamado imprenta y de allí sale lo que nosotros llamamos libro con unos dibujos bonitos y una letra negra o de colores que en la imprenta han elegido.

-Y las letras del libro ¿están pegadas?

-No, contestó la abuela.
Las letras están hechas con la tinta que tienen las máquinas de la imprenta. No se pueden despegar.

El nieto quedó un poco pensativo.
La conversación con la abuela le había dejado una pequeña duda, pero el cuento de
su profesora había sido muy bonito.

-Hoy, dijo el nieto, después de un rato en silencio, te contaré yo un cuento de los que empiezan por eso.

-Seguro que me gustará, dijo la abuela. Y, si encima comienza por eso...
Cuéntamelo pronto, que tengo ganas ¡de verdad!.



Érase una vez, comenzó el cuento el nieto, un libro llamado SERGIO QUIERE IR AL COLEGIO”










Era pequeño, bonito y regordete.
Vivía en una estantería de madera que había en una de las clases de tercero de Primaria.
Tenía una portada blanca con dibujos de colores muy bonitos.
Era un libro muy amigo de los niños de tercero.
Todos habían mirado muchas veces su bonita portada, sus dibujos de colores y lo habían llevado a sus casas para saber de qué trataba.
Un día cuando el libro dormía muy pegado a la madera de la estantería, las letras vocales fueron despegándose poco a poco y salieron fuera del libro.
Estaban cansadas de estar tanto tiempo pegadas a las páginas y habían decidido salir a conocer otros lugares.
Saltando de un libro a otro, fueron bajando de la estantería hasta llegar al suelo.

Recorrieron, durante un rato, toda la clase, observando los dibujos que tenían las paredes.

La A, que era muy observadora, se quedó un rato mirando el mural del árbol mágico que habían hecho los niños
La E se divertía jugando con el teclado del ordenador
La I, que era la más juguetona, se entretenía colgándose y saltando entre las perchas que había en la clase.
La O, escribía en la pizarra con tizas de colores. La U, sentada en la silla del profesor, descansaba del largo paseo que había dado recorriendo la clase.
Al final, todas decidieron salir a la calle.

- ¡Qué luces más brillantes!, dijo la A señalando la luna y las estrellas.

- ¿Y esos dos colores?, dijo la I, mientras miraba a un lado de la calle.

- Eso lo conocemos muy bien nosotras tres, dijo la O, señalando a la A y a la E.
Es un sEmÁfOrO y sirve para indicar cuándo se puede atravesar la calle.

Durante un rato muy largo caminaron mirando los coches que pasaban, las farolas que iluminaban y las casas donde dormían los niños y niñas de su colegio.
Cuando amanecía, las letras corrieron a esconderse debajo de las piedras de un parque que había cerca de donde estaban.
No querían que, con la luz del día, les pudieran ver andando por la calle.

Ese día, en la biblioteca, el libro de “SERGIO QUIERE IR AL COLEGIO” se despertó muy pronto.
Iba a ser la hora de la entrada de los niños y niñas al colegio y él, como siempre, quería estar preparado.
Cuando llegó la hora de biblioteca, varias niñas se acercaron.
Teresa, fue la primera en cogerle entre sus manos. Pero cuando miró su portada quedó muy extrañada.
- !Le faltan las vocales!, exclamó en voz baja.
Miró a su alrededor y no supo que decir.
Dejó el libro donde le había cogido y se marchó a su mesa extrañada de lo que había visto.

Lucía y Clara hicieron lo mismo, pero no pudieron estar en silencio y se lo contaron a sus amigas.
- Mirad, dijeron las dos a la vez.
Al libro, SERGIO QUIERE IR AL COLEGIO, le faltan las vocales.
- ¿Qué habrá pasado?, dijo Laura M..
- Si existen los magos, contestó Lucía, esta noche el Mago de la Letras ha hecho desaparecer las vocales.
- Y ¿si no existen los magos?, preguntó Claudia.
- Pues una goma mágica ha borrado todas las vocales, dijo Clara.
- ¡Pobre libro!, dijo muy triste Ana.
¡Con lo amigo que éramos de él y la historia tan bonita que tenía!
- Ahora, Sergio no va a poder seguir contando su historia, dijo Laura I., con cara de preocupación.
- ¿Por qué?, preguntó Lucía.
- Porque no se puede leer si le faltan las vocales
- Y nosotras ¿qué podemos hacer?, volvió a preguntar Lucía.
- Nada, contestó Laura M. Dejarle otra vez en su sitio. A lo mejor el Mago de las Letras le devuelve las vocales.

Sara, que había oído la conversación, se levantó de su mesa y cuando le dejaron en la estantería, le cogió y se dio cuenta de lo que había oído.
- ¡Es verdad! ¡Han borrado todas las vocales!, murmuró en voz baja, mientras abría el libro y miraba una por una todas las hojas.
Cuando terminó de verlo, volvió de nuevo a la portada y pasó el dedo sobre las consonantes.
- No se nota nada, pensó.
Todo está muy liso.
No han borrado las vocales, ni tampoco las han arrancado.
Pero ¿qué habrá pasado?, se preguntó.

Extrañada de lo que estaba viendo y, sin saber dar una respuesta, dejó el libro donde estaba y se volvió a su mesa.

La hora de la biblioteca iba terminando y el libro se daba cuenta que algo estaba pasando.
“Los niños, pensaba el libro, se acercan como siempre a la biblioteca, me cogen entre sus manos, miran mi portada, me hojean un poco por dentro y de nuevo me cierran y vuelven a dejarme en mi sitio”.

Intentó colocarse bien en la estantería, procuró estar lo más aseado posible, pero cuando fue a limpiarse unas pequeñas motitas de polvo que tenía, se dio cuenta de lo que pasaba.

- ¡No tengo vocales!, exclamó.
¡Me han robado las vocales!
¡Ya no valgo para nada!.

Por unos momentos se acordó de la visita que los niños le habían hecho durante la mañana y se dio cuenta por qué había notado algo raro.
Unas lágrimas de tristeza le cayeron por su portada. Pero no tardó en darse cuenta que, aunque era muy triste verse sin vocales, él solo tenía que dar una solución.

Esta noche, pensó, saldré en busca de mis vocales.

Cuando la clase se cerró y los niños habían salido del colegio, el libro SERGIO QUIERE IR AL COLEGIO, salió corriendo en busca de sus vocales.
Caminó por la calle, mirando a una parte y a otra, cruzó el semáforo de la esquina del colegio y entró en el parque de la Marina.
Dentro, fue mirando entre los árboles y los arbusto por si veía alguna huella de sus vocales.
Miró uno por uno los asientos del anfiteatro, se subió al tejadillo de la pequeña caseta de los jardineros y, cansado de tanto caminar, se sentó en uno de los bancos del paseo que llevaba al recinto ferial.
Pensando en sus vocales y triste por no poderlas encontrar, se quedó un poco dormido.
El ruido de unos pasos, que caminaban silenciosos, le despertaron.
Abrió los ojos y muy cerca de él vio a sus vocales que, arrepentidas de lo que le habían hecho, volvían de nuevo al colegio.
El libro se escondió detrás del banco.
Quería saber lo que decían.

- Ha sido una experiencia, pero no debemos hacerlo más, comentó la A, mirando a sus compañeras.

-¡Pobre libro!, suspiró la E.

¡Con lo orgulloso que estaba cuando los niños le cogían entre sus manos!

-¡Qué día más malo habrá pasado!, dijo la I, con cara de pena.

-Y la culpa la tenemos nosotras, comentó en voz alta la O.
Démonos prisa antes de que amanezca, para pegarnos cada una en su sitio.
-Mañana va a ser el libro más feliz de la biblioteca, dijo la U, llena de alegría.

Todos los niños le podrán coger entre sus manos, hojearle por dentro y, si quieren, llevarle a su casa.

En medio de este diálogo, el libro salió del banco.
Las vocales se sorprendieron al verle y se quedaron paradas.

- No soy un fantasma, dijo el libro sonriendo.
Soy vuestro amigo que he salido a buscaros y me alegro de encontraros y de haber oído vuestra conversación.

Las vocales, arrepentidas de lo que habían hecho, se echaron en brazos de su amigo el libro prometiéndole que jamás volverían a repetirlo.

-Nosotras tenemos la culpa de lo mal que lo has pasado.

-No, dijo el libro.
Aquí nadie tiene la culpa.

Todos nos necesitamos.
Las consonantes están tristes pero ahora se alegran de volveros a ver.
Siempre hemos sido buenos amigos y lo seguiremos siendo.
Corramos antes de que amanezca.
Tenemos que estar preparados en la biblioteca.

Pegadas al libro, salieron todos juntos hasta el colegio.
Entraron en clase por una ranura de la puerta y de nuevo se colocaron en la estantería.
Allí esperaron la entrada de los niños y la hora de la biblioteca.

Con alegría vieron cómo todos se iban acercando y sin poder explicárselo volvían a ver las vocales en el libro de SERGIO QUIERE IR AL COLEGIO.
-Ya te dije, comentó Laura M. al oído de Lucía, que el Mago de las Letras había robado las vocales pero que un día las devolvería a su sitio.

-Me da lo mismo que sea el Mago de las Letras o la Goma Mágica, dijo Lucía, el caso es que tenemos de nuevo en la biblioteca a nuestro amigo el libro de SERGIO QUIERE IR AL COLEGIO.
Y colorín colorado este cuento ha terminado.

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-Abuela, ¿te ha gustado el cuento?

-Es muy bonito, dijo la abuela a su nieto mientras le besaba y acariciaba su cara.
Pero las vocales eran un poco traviesas, ¿no?

-Bueno, contestó el nieto.
La profesora nos dijo que era mucha imaginación pero que los cuentos son así.

-Y, los nombres de las niñas que aparecen en el cuento, ¿también son imaginación?

-No, contestó el nieto.
Es el nombre verdadero de todas las niñas que había en tercero cuando la profe nos contó el cuento.

-¡Ah!, exclamó la abuela mientras volvía a besarle y acariciar su cara.
Mañana te contaré yo el cuento.
Y será también de los que comienzan por eso


















7 comentarios:

Anónimo dijo...

Por fin he leído el cuento de las letras. Muy bien. Tú siempre poniendo protagonistas conocidos al menos por tí.
Me alegro mucho de que sigas escribiendo.
¿No te pedirán protagonistas niños?.
Al tiempo.

Anónimo dijo...

El libro de Sergio me gustó mucho y este año le está leyendo una amiga que tiene un hijo en el colegio
me imagino que la pasará amo a mí que todo lo que leía era como mio.
Me gustan mucho los cuentos.
Una madre del colegio

Anónimo dijo...

Soy Cristina ¿te acuerdas.
Una amiga me dió esta dirección.
He leido a Don Floripondio y me ha gustado mucho. Pero el que más me gustó fue el de Sergio quiere ir al colegio
Me gusta que pongas el nombre de tus alumnos a los protagonistas de los cuentos.
Me parece muy bien todo. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Don Floripondio está muy bien pero yo no sabía que dando en los cuentos de la abuela podía seguir leyendo. El de Gustavo "el joven compositor" está muy bien.
Me gusta mucho S.O.S en el planeta Tierra. Algún día lo experimentaremos.
Julio Verne se queda corto.
Sigue escribiendo que está muy bien.

Anónimo dijo...

Las letras que se escaparon está muy interesante y me gusta mucho, como todo lo anterior.
seguiré leyendo todo lo que escribas. Otro día te daré mi opinión de los árboles solidarios que también he leido.
Jose luis ya estoy en tercero de la ESO. y te recuerdo mucho

Anónimo dijo...

Me gusta mucho y está muy bien.

Anónimo dijo...

Hola Jose Luis:
Ya te he dicho más de una vez que me gustan tus cuentos. Este de las vocales y el de los árboles solidarios me han gustado mucho pero ya te dije en don Foripondio,al principio,que si la letra podía ser un poco más grande,para leerlos con más facilidad. Gracias