viernes, 16 de noviembre de 2007

CUENTO 8 : LOS ABETOS DE NAVIDAD

PRESENTACIÓN

-Abuela, en el colegio estamos haciendo un Belén.

-Y ¿cómo hacéis el Belén?

-Con plastilina y con arcilla y con bolas de papel.

-Yo también, cuando era pequeña, ayudaba en casa a hacer un pequeño Belén.
-¿Y lo hacíais con plastilina y con arcilla y con bolas de papel?

-No.
En casa teníamos unas pequeñas figuritas que cada año guardábamos en un cajón y cuando llegaba la navidad las volvíamos a sacar.
Era muy bonito porque hacíamos montañas y llanuras y un río con papel brillante.

-Y ¿poníais árboles?

-Claro que poníamos árboles. En las montañas y en las laderas.

-Abuela, hoy han preguntado a la señorita cómo se llamaba el árbol de la ficha que estábamos pintando.
- Y, ¿qué dijo la señorita?

-Que se llamaba abeto y que el abeto es el árbol de navidad.
¿Por qué el abeto es el árbol de la navidad?

-No lo se, pero yo te puedo contar lo que un día leí sobre la historia del árbol de navidad, pero es un poco “leyenda” y no es del todo “verdad”.

-Pues cuéntamelo abuela que yo lo quiero saber aunque sea leyenda y no sea del todo verdad.

-Dice la leyenda que hace muchísimos años, en un bosque, habían crecido juntos un pino, un olivo y un abeto.
Cada año el olivo y el pino daban su fruto que era comido por los animales y aprovechado por el hombre.
El abeto estaba muy triste porque su fruto no era mirado por nadie.
Unas estrellas que observaban desde arriba la tristeza por la que tenía que pasar el abeto, cuando llegaba la época del fruto, bajaron y se posaron entre sus ramas.
El abeto se llenó de emoción y alegría al ver que la gente le miraba y todos al pasar quedaban admirados por la luz que daban sus ramas.
Así fueron pasando los años.
Cuando llegaba la época del fruto, las estrellas bajaban de arriba y se posaban sobre el abeto.
Los hombres que durante muchos años habían observado lo que pasaba, un día decidieron utilizarle como
ÁRBOL DE NAVIDAD.
-Abuela, es muy bonita la leyenda, aunque parece verdad verdad.

-Como el cuento que te voy a contar ahora.
Un cuento que me contó mi abuela y que me hace recordar, que tiene un poco de leyenda y otro poco de verdad



Había una vez, comenzó la abuela el cuento, un señor que tenía una pequeña finca.
Hacía mucho tiempo que no la cultivaba.
Cada primavera, cuando en otoño había llovido mucho, parecía un bello arco iris de colores.
Flores silvestres crecían por todas las partes y en los bordes de sus lindes retoñaba un fino césped de hierba.
Un día, visitó el vivero que había cerca de su parcela.
Buscaba árboles bonitos para plantar en su tierra.
Miró por una parte, rebuscó por otra, hasta que vio lo que quería.
En la furgoneta fue transportando los pequeños abetos y, poco a poco les plantó en hilera.
Cada día, al terminar por la tarde su faena, miraba con ilusión lo recto de sus surcos, el parecido de sus abetos y la tierra esponjosa que, a diario, regada con el agua de la acequia.

¡Qué bonita está la tierra con mis árboles en hilera!, dijo el día que acabó de plantar todos los abetos.
Allí crecían las cinco filas de abetos, al amparo de su dueño.
Cada mañana acudía a su parcela.
Los lunes arrancaba las pequeñas hierbas, los martes retocaba los surcos con su rastrillo, los miércoles limpiaba sus hojas de pequeñas telarañas, los jueves, levantando la compuerta, dejaba entrar el agua de la acequia y, con la azada, guiaba el agua, surco por surco, hasta llegar al final de la parcela.
Al terminar cada día su trabajo, se sentaba en el pequeño montículo y contemplaba la frondosidad y la robustez de sus abetos, mientras pensaba:
“Ya puedo poner a la venta la primera fila. Son abetos altos y fuertes. En otoño, estarán muy crecidos los de la segunda y, seguramente la última fila estará a la venta para la Navidad.”
Pasaron unos días y el dueño puso el primer letrero.
De todas las partes fueron llegando los primeros compradores y, entre los abetos, comenzaron a oírse algunos comentarios y la conversación entre los tres más amigos de la parcela: Boni, Filo y Teo.
-A dos de la primera fila, decía Boni, les han llevado para adornar la entrada de la casa de unos señores muy importantes.
-Pues a los primeros de la fila de al lado, comentaba Filo, les han arrancado con un gran cepellón para decorar los laterales del pasillo principal de un parque.
-A mí, dijo Teo, el otro día, unos señores me estuvieron mirando pero después eligieron a mi compañero que era más alto.
-A los tres últimos de nuestra fila, volvió a comentar Boni, los metieron en grandes macetas. Creo que era para decorar las rotondas de una avenida de la ciudad.
La novedad de cada abeto era el momento de ser elegido.
Les gustaba decorar jardines, adornar los largos pasillos de los parques, estar expuestos a la contaminación de las calles principales en rotondas y grandes avenidas pero su pensamiento, eran las fiestas navideñas y su ilusión, desde el primer día que fueron transplantados, era convertirse en árbol de Navidad.
Pero ahora todos eran muy felices en la parcela.
Cada mañana, recibían con alegría al dueño cuando abría la puerta y, con la azadilla en la mano, comenzaba la tarea diaria.
Esperaban con novedad la visita algún comprador que se acercara y, casi todos los días, se preguntaban:
-¿”Seré yo el próximo que sea elegido para adornar el césped de aquel jardín o el centro de aquel parque”?
El tiempo iba pasando y el murmullo en la última hilera era el mismo.
Con un poco de suerte, comentaban entre ellos los tres amigos, llegaremos a Diciembre y el dueño nos pondrá a la venta como árboles de Navidad.
Somos de los últimos pero, si nuestro dueño pone el letrero como todos los años, falta todavía casi un mes.
Así dialogaban entre ellos, con las ganas de que llegara la última semana de Diciembre.
Pero aquel año fue diferente.
El dueño les pilló de sorpresa.
Una mañana, de la primera semana de diciembre, cuando todos esperaban la visita de su dueño, vieron, con sorpresa, que en la mano traía un letrero
Intentaron mirar lo que ponía, pero su brazo lo tapaba.
Al final, levantado en un palo grande y expuesto al público, pudieron leer:”
ABETOS PARA NAVIDAD
La conversación entre los abetos se oyó por toda la finca.

-Hemos tenido suerte, comentó Boni, con cara de satisfacción. Ni el frío, ni la escarcha helarán ya nuestras hojas.

-Dentro de una semana, dijo su amigo Filo, pasaremos a ser el adorno de un salón, la decoración de un pasillo alargado o la mirada de un saloncito modesto.

-Y ocuparemos, afirmó Teo, la esquina más llamativa de la casa o el centro más luminoso de la sala o el rincón más próximo al enchufe eléctrico.
Nos cubrirán de luces intermitentes y adornarán nuestras ramas con bolitas de colores.

-Y arriba, en la punta más alta, nos coronarán con la estrella de Belén, concluyó Boni, mientras miraba la parte más alta de sus amigos.

Era la ilusión de todos los abetos desde que fueron transplantados del vivero.
Por eso el comentario siguió toda la tarde, mientras miraban de vez en cuando a la puerta.
Una visita inesperada podría traer la alegría a la parcela.
La tarde fue pasando y la noche llegó lentamente sin ninguna novedad.
Al día siguiente por la mañana, el letrero se vio iluminado con los rayos del sol y entre los abetos el bullicio comenzó de nuevo.
Al fondo del pasillo el dueño abría la puerta.
En un momento, se miraron mientras veían acercarse a los primeros visitantes.
Durante el día se fueron sucediendo las visitas y al final de la semana sólo quedaban: Boni, Teo y Filo.
Cuando los tres pensaban que el fin de semana lo iban a pasar en la parcela un conductor, que había aparcado a la puerta, hablaba con el dueño.
A distancia, pudieron ver que, el nuevo visitante, les señalaba con la mano mientras se despedía de su dueño y montado en el coche se alejaba.
Los tres amigos se miraron extrañados.
Por unos momentos pensaron que les separaban, pero de nuevo pasaron la noche juntos.
Al día siguiente, antes de que el dueño abriera la finca, un camión había aparcado al lado de la puerta.
Querían ser elegidos pero les costaba separarse.
Ya en el vivero eran amigos y esa amistad había durado el tiempo que llevaban en la parcela.
Boni, el mayor de los tres, quiso hablar a sus compañeros antes de que se abriera la puerta.

-El camión aparcado, dijo dirigiéndose a sus compañeros, es para alguno de nosotros.
Hoy nos separaremos. Pero quiero deciros que seguiré guardando la amistad que de siempre nos hemos tenido.

Filo, un poco emocionado por lo que acababa de oír, sólo supo decir que guardaría para siempre la amistad que hasta ahora habían tenido.

-¿Y si ese camión tan grande, dijo Teo, nos lleva a los tres al mismo sitio?
Boni y Filo se miraron pensando en la pregunta inocente de su amigo más pequeño.
En un momento quedaron en silencio.
Por el pasillo y desde la puerta se oían las palabras de unos obreros que habían salido del camión.
En compañía del dueño se habían acercado a los abetos.

-Caben perfectamente en el camión, dijo uno de los obreros.
No necesitarán mucho cepellón porque el lugar, donde van a estar, ya lo tienen preparado. Nuestro señor necesita los tres para adornar las dependencias de su casa.

Los abetos se miraron llenos de alegría.
Era la mejor elección que podían haber recibido.
Serían “ÁRBOL DE NAVIDAD”.
Estarían los tres juntos y seguirían guardando su amistad.
Por el camino, montados los tres en el camión, Teo, el más joven, preguntó a sus amigos, poniendo cara de inocente.

-¿Y si este camión tan grande nos lleva a los tres al mismo sitio?

Todos rieron la pregunta, con cara de satisfacción, pensando que, los tres juntos, iban a pasar la navidades más felices de su vida.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado



7 comentarios:

Anónimo dijo...

Como leyendas del árbol de navidad he leído muchas.
La tuya otra más.
No está mal.
Me parece un cuento bonito y apropiado para esta época. Sigue escribiendo.

Anónimo dijo...

Hola Jose Luis:
Todos los años ponemos un árbol de navidad.
Este año se que nombre le pondré.
Le voy a llamar FILO.
Está muy bien el cuento

Anónimo dijo...

Me gustan los tres abetos y sus nombres.

Anónimo dijo...

Está muy bonito.
Me gusta el diálogo de los tres abetos y la leyenda de la abuela sobre el abeto como árbol de navidad.
Te recuerdo mucho

Anónimo dijo...

A los dos nos ha gustado mucho el cuento.
Mi hermana me dice que su arbol preferido es Teo. Dice que porque si.

Anónimo dijo...

Pues yo siempre pongo un abeto de plástico como arbol de navidad pero parece natural y le adorno de estrellas.
Este año se llamara Teo,Boni o Filo da lo mismo.
Me gusta mucho el cuento.

Anónimo dijo...

Hola Jose Luis yo todavia no e puesto el arbol de navidad pero lo estoi esperando.